Hoy se cumplen dos años de lo que yo llamo mi liberación. Dos años en los que he tenido que vivir un montón de procesos de sanación, reconocimiento, perdón, culpas y así un sinfín de emociones. Hace dos años que tome mi celular para pedir ayuda, porque llevaba meses sin poder ver la luz, no pude verbalizar lo que me pasaba, mi mamá tuvo que hacerme preguntas a las que respondía solo con monosílabos: te pasó algo? Si ¿te hicieron algo? Si ¿en conce? No ¿En donde? Chañaral ¿Quién fue? ¿Génesis quien fue? ¿Fue mi papi? Si.
Por fin después de muchos años pude decir que si, que me pasaba algo. Pero esto no empezó ese día, fueron meses en donde cada día iba cayendo en un agujero de donde no podía salir, que se estaba mostrando como enfermedad. En el verano del 2018, a los ojos de los demás para mi lo más importante era salir a tomar, fumar mota y estar lo más lejos de mi familia posible. Esa fue la primera vez que quise contárselo a alguien de mi familia. Mi pena, mi dolor, mi angustia la demostraba siendo agresiva o grosera con quienes me amaban, mi tía Almita no se fijó en que siempre fui la niña mal genio, solo se acercó, me abrazo y entendí que realmente no estaba sola pero tenía mucho miedo, mucho miedo de contar mi verdad.
La vida siguió, decidí ir a un psicólogo, nadie entendía por que si lo tenía todo. En las sesiones hacíamos regresiones: un recuerdo triste y un recuerdo feliz. Después de esas sesiones me hundía más y más. Toque fondo, le conté a mis amigas: oye mi abuelo me violaba cuando niña, en mi familia nadie sabe, mientras comíamos pizza en uno de los lugares más caros de Conce, porque así liberaba mi pena, gastándome toda la plata que mi mamá me daba, comprando cosas innecesarias y dándome una vida a costa de la de mi mamá. Hasta que realmente toque fondo. Un día 23, sábado recuerdo. Había dormido poco y llorado mucho, estaba cansada. Esa semana había sido dura, termino de semestre, últimas pruebas. Llame a mi mamá y le conté. Pensé que sería el final de todo, pensé que me quedaría sola y que nadie me creería pero no fue así, mi mamá como siempre creyó en mi. Y todo se fue convirtieron en una bola de nieves.
No solo fui yo, también a mi tía, a mi prima y quizás también a cuantas más. Entendí que mi vida era una mentira, todo lo que yo era estaba construido en la mentira que viví para esconder mi dolor. Después de 15 años me permití ser vulnerable, y contar lo que me dolía.
Ese día muchas cosas cambiaron y otras tuvieron sentido. Nunca fui la oveja negra, nunca fui rebelde… solo estaba respondiendo a la maldad que habita en el corazón de algunas personas. Mucho tiempo me sentí y estuve sola, mucho tiempo siendo una niña quería morir y solo morir. No entendía en mi mente de niña el por qué me tenía que pasar todo esto. De grande lo entendí, de grande entendí que no fue mi culpa y que no tenía que sentir vergüenza, entendí que no era mala. Al principio todos estaban en shock, “pero como, si yo siempre estuve ahí” decía mi abuela. Y si, siempre estuviste ahí, con tu ambición y tu manera de no amar a nadie porque en mi corazón se que tú sabías lo que tu esposo me hacía, para mi siempre serás cómplice. Todos me pedían perdón, “nunca nos dimos cuenta de nada”.
Mi mamá y mis hermanos jamás dudaron de mi, pescaron el auto y viajaron más de 1000 km para poder verme, iban con lo puesto preguntándose por qué nunca les conté nada. Yo nunca quise irme tan lejos, solo me fui al sur porque estaba arrancando de mi pasado, de mis miedos, de mi violador y su cómplice. No me fui porque me gustara mi carrera, me fui por miedo, me fui porque necesitaba descansar.
Pasó el tiempo y obvio empezaron las dudas “por qué no lo contó antes?” “Por qué entonces siempre iba a su casa?” Si. Yo iba a su casa, tenía que compartir con él porque era parte de la mentira en que tenía que vivir. Las apariencias nunca son buenas. Viví durante muchos años bajo amenazas escuchando cosas como “si alguien se entera voy a violar a tus primas también” “si alguien se entera voy a hacerle daño a tu mamá”, yo tenía 10 años y lo único en que pensaba era en que no quería que a mi prima de 5 años le pasara lo mismo, tenía que protegerla. Después del paso de los años no podía hablar porque todos lo querían mucho: como yo, una pendeja rebelde iba a tener más credibilidad que el abuelito trabajador y esforzado de la familia? Lo calle por miedo y porque no confiaba en nadie. Después a medida del tiempo pasaron otras cosas y yo no podía decirlo porque “no van a poder sobrellevarlo, yo si puedo, puedo hacerlo un tiempo más”. Pero esto me trajo un sinfín de traumas, que aún tengo porque el daño es irreparable.
Mientras estábamos en Concepción, y analizábamos qué hacer con todo esto, llegó mi tía Laura, yo nunca tuve mucha afinidad con nadie de mi familia, siempre sentía a todos muy lejanos, quizás lo hacía para protegerme, entendí que realmente nunca estuve sola, tener a mi mamá y a mis hermanos en Concepción, a mi tía que viajo desde Antofagasta para verme. Me hizo sentir plena. Mientras Carmen, la hermana de mi mamá intentaba culpar a todos menos a mi abuela. “Es que como nunca te diste cuenta le decía a mi mamá”, en contexto yo no podía vivir con mi mamá porque ella trabajaba y mis hermanos no eran lo suficientemente grandes para cuidarme. Mi mamá nunca dudó de sus papás así como yo ahora dejo a mi hija con mi mamá para poder estudiar. Mi mamá no tiene culpa, mi mamá también es víctima.
Mi “familia” se alejó, buscaba cosas que dijeran que yo mentía, “lo hacen por Plata” “les gusta mucho la plata” cuando sabemos quienes en verdad siempre se interesaron en eso. Porque yo no olvido las muchas veces que buscaron a mi mamá por interés. Cuando decidí denunciar nadie preguntó cómo nos había ido, a la pdi solo llegó mi tía Yani y la amiga de mi hermano (Geraldine tkm
). Mi abuela y mi tía Carmen no querían que denunciara diciendo cómo “piensa en tus primos chicos, que va a decir la gente”.

Mi vida dio un giro en 180°, después de contarlo, tuve que volver a Conce y vivía con miedo 24/7, tenía miedo de que mis abuelos me fueran a buscar, viví tantos años bajo sus amenazas que como adulta no podía enfrentarlos. Me enteré que estaba embarazada, tenía que ir al psicólogo porque tenía una depresión severa, me derivaron a un psiquiatra porque no podía salir del depa en que vivía, veía a personas parecidas a mis abuelos y me daban crisis de pánico. Tuve que congelar. Mi vida cambió pk vivía con miedo, de alguna forma me arruinaron la vida y eso nunca podré perdonárselos.
Afortunadamente esa gente con la que comparto apellido salió de mi vida, mi hija tendrá el privilegio de no rodearse de gente tan Cerda. Conmigo se rompió el círculo de abuso, a mi hija nadie la toca.
Han pasado dos años y yo sigo teniendo pesadillas, sigo teniendo crisis de pánico, sigo sintiendo miedo. Puse una denuncia hace dos años, el resultado? mi violador aún está suelto, mi abuela ni siquiera va a pagar por todo el daño. Y no es por falta de pruebas, las pericias psicológicas hablan del daño causado por violencia sexual pero estamos en $hile.
Mi “tía” andaba escribiendo en las RRSS que yo mentía. De corazón espero que tu hija jamás pase por lo que pase, y que día a día recuerdes que el cerdo de tu papá no violo a tu hija porque yo la cuide más que tú.
Yo ya no siento pena porque no me crean, tampoco tengo que demostrarle a nadie que estoy diciendo la verdad porque es mi verdad y en mi corazón yo sé que no estoy mintiendo. Cuando sus hijas/os les cuenten que son abusadas créanles, cuando sus hijos cambien su comportamientos pregunten el por qué, cuando sus hijos no quieran ver a alguien pongan ojo.
Y espero de corazón que todas las mujeres que hemos pasado por esto podamos sanar, podamos seguir adelante y que los violadores paguen de la manera en que tengan que pagar.
Para mi violador, para mi abuela y para toda esa familia de mierda que me tocó yo no tengo ni perdón ni olvido para ustedes. No busquen a mi mamá, ni a ninguno de nosotros, porque estamos bien, sanando y con la frente en alto porque esta es mi verdad y es toda la que existe. Sin caretas, sin mentiras, sin inventos.
Ya me canse de callar lo mierda que es mi familia. No olviden a mi violador:
Alberto Tapia Gallardo
Y a la familia Tapia Espinoza porque aman los secretos familiares y encubrir abusadores.
Gracias por leer.
